miércoles, 11 de noviembre de 2009

Codigos Juveniles.

A lo largo de los años se ha evidenciado que la violencia ha generado grandes cambios a nivel social, económico, político y cultural; desarrollando nuevas formas de expresión, especialmente en regiones marginadas de las grandes ciudades del país.

Los cambios han sido inevitables, entendiéndose que estos se han dado no por urgencia necesidad de crear un nuevo léxico, sino que ha sido producto de los inevitables cambios sociales que vive la juventud especialmente.

En mi caso de Jean Michel Velásquez, de 22 años de edad, y autor del presente escrito he tenido la oportunidad de compartir a diario las expresiones de decenas de amigos y conocidos que utilizan esta serie de términos que finalmente los he utilizado en muchas oportunidades.

Esta serie de aspectos que rodean la utilización de vocablos que no están contenidos en libros o diccionarios de la Real Academia de la lengua, son bien conocidos como el denominado parlache colombiano, como conjunto de modismos, empleados por los jóvenes que viven en comunas populares de Bogotá, Medellín y Cali.
Es el ambiente social de los ‘parches’ el que lleva a la juventud de las clases bajas, a emprender sin querer, la edificación de un dialecto poco conocido que los conduzca a una identificación diferente al común de las gentes.
Podríamos pensar que estos vocablos solo son utilizados por los miembros de las bandas sicariales e integrantes de grupos específicos que intentar estar fuera de la ley; pero la realidad es otra, en razón a que las clases sociales de otro género económico también han raptado el vocabulario y lo utilizan como algo normal.
En este pequeño texto quiero mostrarles algunas de las palabras o frases que he escuchado de personas muy cercanas al escenario universitario, laboral y personal, provenientes de las grandes ciudades del país.

Estos colombianismos no hubieran tenido el despliegue necesario si los medios de comunicación no hubieran realizado el despliegue que se le otorgó especialmente para los años 80 cuando estaba en pleno furor de la guerra protagonizada por la acción desenfrenada y fratricida del capo de capos Pablo Escobar.

A continuación presentaré algunos de los términos más usados dentro de la jerga que nos harán recordar con gran interés su significado y nos permitirán hacer memoria de los mismos.

Es usual escuchar ‘Chimba’, cuyo significado puede llegar a ser desde el órgano femenino, como algo agradable: hasta "Esta una chimba", como insulto o desprecio: "Me vale chimba", dirección de escape en situaciones de peligro ó forma de quitarse a alguien: "váyase pa’ la chimba", ‘la chimba!’-de ninguna manera!)

Otro vocablo es ‘Visaje’, cuya acción complementaría hace referencia a un hecho, acción u objeto determinado; intentando mostrarse como algo abstracto pero con un significado muy amplio dentro del mundo del Visaje.

No debemos ir muy lejos si trato el tema de ‘tramar’, cuya referencia gramatical se acercaría a las gesticulaciones de gustar o convencer, sin que esto sea una realidad.

Igualmente me atrevo a reseñar la ‘polla’, cuyo centro de gravitación haría referencia a la muchacha o noviecita, o porqué no referirme a una de las partes íntimas. Mientras que el mismo término en masculino podría llegar a referirse al adolescente que se hace llamar como `pollo`.

Desde ‘A la lata’ que denota cantidad, rapidez o prisa; podemos llegar a referirnos a una cosa correcta o verdadera con el termino ‘A lo bien’.

Bien podría decir ‘ábranse’, antes que señalar públicamente que estamos ‘achantados’, antes de llegar a ser ‘alzado’ o altanero y ‘Armar sus propios videos’ (mentir, crear historias)

No nos podemos ‘arrugar’, si intentamos señalar de acobardamiento acompañado del estar de mal genio, pensando siempre que esto puede ocurrirle a un ‘Avión’ (persona lista y si completa con "vuela con los motores apagados" es que se supera)

Bueno ‘bacanes’ esta jerga popular, por más romántica y especial que nos parezca; es atacada por ciertos sectores de la sociedad mostrándola como una amenaza y peligro para la juventud.

La verdad es que esto es emocionante y que pese a que esto suene mal, es bastante jocoso e interesante.

sábado, 31 de octubre de 2009

Por: Jean Michel Velasquez

Este es el buen ejemplo que dan los señores bachilleres de la policía nacional.


Por: Jean Michel Velasquez
La droga destruye vidas.
Un joven de tan solo 22 años sentado drogándose para evadir la triste realidad de estar solo en el mundo...

miércoles, 21 de octubre de 2009

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UN PASQUIN DE VLADDO:
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domingo, 11 de octubre de 2009

Que pereza ir a la u

“Que pereza ir a la u”, ese fue mi pensamiento cuando faltaban quince minutos para ser la hora de ingresar a clase, pese a esto inicie mi camino.
Salí de casa y tomé un maltrecho bus que me conduciría al tan evadido lugar y momento, me subí al bus, que afortunadamente tenía algunas sillas vacías, tome asiento mientras el conductor sostenía una lucha con uno de sus colegas. En un momento el bus se detuvo, en ese instante se subió un hombre ya mayor con su hija, una niña pequeña que traía una ropas muy viejas y maltratadas, este amigable hombre pertenecía a una comunidad cristiana expresó que según él ayudaba a las personas menos favorecidas, víctimas de la drogadicción y la violencia, el señor habló por aproximadamente cinco minutos, y leyó un fragmento de la Biblia, esto con el fin de ablandar los corazones de los pasajeros, lastimosamente no lo logró, ya que traía impregnado en sus ropas un intenso olor a cigarrillo y aguardiente, el hombre muy ofuscado se bajó del bus diciendo que todos los ocupantes éramos “una partida de tacaños”, en fin, continuamos el camino hasta llegar a la Avenida 39 con Carrera 17, ese era mi lugar de bajada , oprimí el botón del timbre, mientras con mi otra mano me sostenía fuerte de la baranda para no caerme por las fuertes sacudidas del bus, pero el amable conductor me dejó en la Calle 45 con Carrera 17, desde ese punto caminé hasta la universidad que se encontraba a unas cuantas calles de distancia, en el camino saque de mi bolsillo un cigarrillo y lo encendí, mientras tanto pensaba si entraba o no a la clase del señor Piedrahita, al fin, por un cotidiano sentimiento de responsabilidad, tomé la decisión de asistir a la tan nombrada clase. Terminé mi cigarrillo tratando de quemar tiempo para que se acortara la estadía en el aula, bote la colilla al piso, mientras sacaba lentamente el humo que quedaba de mi boca, entré a la universidad. Después de atravesar una extensa zona social por fin pise la puerta de la sede, desde ese punto se podía ver la puerta del aula donde evidentemente no quería estar, pero irremediablemente tenía que ingresar, di un par de pasos más hasta la puerta que se encontraba abierta, mire hacia dentro del salón y el profesor Piedrahita se encontraba al parecer acorralado por algunos estudiantes que le manifestaban su inconformidad por la publicación de las notas de segundo corte, él estaba decidido a no cambiarlas, pero después de tanta insistencia por parte de los alumnos cambió de parecer y pensó ayudarnos para no perder el tan luchado segundo corte. Al fin terminó la agitada discusión, las decisiones estaban tomadas y todos estaban contentos, el profesor inició a su clase, con una pequeña crítica respecto a nuestro comportamiento en el segundo periodo académico, que fue bastante constructiva, aunque la verdad confieso que pensé que sería un poco mas fuerte, teniendo en cuenta los eventos previos que se presentaron en la clase pasada, en la que él manifestó su gran desagrado por algunos trabajos que le presentamos y por los cuales se disgustó y expresó su desacuerdo de una forma que para muchos sería algo exagerada, pero bueno menos mal en esta oportunidad el profesor pudo controlar sus impulsos y hablar civilizadamente. Posterior a esto se dio inicio a la clase introduciéndonos en el maravilloso mundo de la crónica, nos documentó sobre los pasos que debían seguir y lo que no se debía hacer para la construcción de uno de estos documentos que relataría más adelante desde la salida de mi casa hasta finalizar la clase del profesor Jorge Armando Piedrahita.


POR: JEAN MICHEL VELASQUEZ